En un fenómeno sin precedentes, más de 2,5 millones de personas han presenciado un concierto de Lady Gaga en su más reciente gira mundial, según cifras oficiales de la productora Live Nation. La artista, conocida por su voz potente y su estilo escénico extravagante, sigue atrayendo multitudes masivas a pesar de los cambios en el consumo musical y las nuevas tendencias del pop.
Sin embargo, este récord también ha levantado voces críticas en el mundo de la música. Algunos analistas culturales y músicos lamentan que la industria esté cada vez más centrada en el espectáculo y las cifras de asistencia, dejando en segundo plano la innovación, el riesgo artístico y el talento emergente.
“El éxito de Lady Gaga es innegable, pero también refleja una tendencia preocupante: la homogeneización del gusto musical y la dependencia de unos pocos nombres globales para llenar estadios”, comenta la musicóloga Elena Ruiz.
La gira, plagada de efectos especiales, coreografías meticulosas y una producción digna de Broadway, ha sido calificada de “apabullante” por fans y medios. Pero otros se preguntan si estamos ante un evento musical o un producto de consumo masivo que sacrifica la esencia de la música en favor del espectáculo.
Mientras millones celebran su experiencia inolvidable, la pregunta sigue flotando en el aire: ¿es este el camino que debe seguir la música?